El día 1 de enero de 2022 empezó a gestarse la posibilidad de un proyecto sin precedentes; el Día del Dominio Público liberaba en Estados Unidos los derechos para utilizar al mítico personaje de Winnie Pooh —obra de A. A. Milne— después de 95 años.

El osito amigable y cariñoso representado por Disney encontró un fuerte contraste en el proyecto Winnie the Pooh: Blood and Honey de Rhys Frake-Waterfield, un cineasta británico que trabajaba para un proveedor de electricidad mientras producía películas de terror con bajo presupuesto, dice la BBC.

Unos meses después de caducar los derechos de autor, los carteles y publicidad del filme fueron propagados, y para sorpresa de todos, el proyecto se popularizó y viralizó a través de redes sociales; de tal suerte que lo que sería una cinta menor, con la perspectiva de venderse a alguna plataforma de streaming, terminó por exhibirse en cines de todo el mundo y recaudar millones de dólares.

En México se lanzó a finales de enero y recaudó más de $500,000 USD en su primera semana. En Estados Unidos, estrenada pocas semanas después, encontró lugar en más de 1,500 salas. Y si es verdad que ya tiene una secuela confirmada y que el director explora otros personajes —con derechos de autor expirados— como Peter Pan o Bambi para entrar en el género del terror más sangriento, la película ha recibido fuertes críticas y el portal Rotten Tomatoes la coloca como una de las peores 100 cintas de la historia.

En el lugar 97 y con una puntuación de 4/100, se encuentra por debajo de la película Scary Movie V; con todo, después de las enormes ganancias que ha arrojado, Rhys Frake-Waterfield piensa cómo seguir con este formato de cine, aunque ya le cueste, incluso, amenazas de muerte según confesó hace poco. Otros personajes están ya en su mira.